El Festival de Cine de Lima pasó, y hace ya varios meses, pero en su corta (y muy grata) estadía dejó en mí, y en muchos otros tal vez, la lista de "películas que no alcancé y debo ver". Entre ellas, la más ansiada era "Mommy", del maestro de 25 años: Xavier Dolan, quien ganó con esta película el premio del Jurado el Festival de Cannes pasado. Para mi buena suerte, el martes pasado el Cine Club de Letras de la PUCP la proyectó, y la experiencia fue, tal cual, un ataque de emociones imprevisibles. Sin poder defenderme, al finalizar salí con una suerte de ansiedad, mezclada con euforia.
La pregunta incesante de por qué ese formato, por qué escogió dejarnos un cuadrado en medio de toda la pantalla... se resolvió en una escena. Pese a las respuestas que había ido encontrando con los sucesos, una escena bastó para entender: la sorpresa visceral. Me refiero al momento en que Steve monta su longboard por las calles, su madre Die y Kyla lo siguen en bicicletas, y él -alejado del mundo, con audífonos puestos- es capaz de abrir ese cuadrado con sus manos, extiende la pantalla hasta volverla completa. Parecía increíble, pero lo crees, lo crees posible, pese a que parezca un juego entre la realidad y la ficción. Se trata de la esperanza, y nada más.
Las sensaciones que deja este escena, como el resto de la película, son únicas. Hablo de una película que considero como una de las mejores realizadas por el director, y quizá hasta una de las mejores realizaciones del 2014. No somos ajenos a ella. Estamos dentro de una caja primero, en esa pantalla cuadrada que nos agobia, y hace que el espectador se concentre en el personaje, solamente en él. La limitación nos hace seguir lo que la cámara quiere mostrar y nada más, y sabemos que allá afuera algo sucede, pero no nos importa. Como no le importa a Die, podría incluso decir que nos convertimos en ella, en esa madre llena de esperanza.
La elección general de Dolan para esta escena es magnífica (también por escuchar Wonderwall de Oasis mientras sucede). Somos "golpeados" por sensaciones diversas, del pico más alto caemos, o -en realidad- del hoyo más profundo podemos ascender. Sobre todo por haber sentido inquietud por la impulsividad de Steve, o, todo lo contrario, por habernos reído irracionalmente de las ocurrencias de él mismo. Y hasta tensión por el miedo que nos hace sentir cuando está fuera de sí, y se vuelve un monstruo irreconocible.
Sin lugar a duda, al terminar la proyección, uno se revive una y otra vez las partes que más impactaron (por no decir todas). Y eso me sucedió, el corazón latiendo rápidamente al retirarme de la sala, al caminar hacia la salida, en el paradero, y así. ¿Quién no quisiera salir de la caja extendiendo solo los brazos? ¿Cómo dejar el mundo feroz afuera? O ¿cómo dejar de ser terrible para los de afuera, y ser terriblemente hermoso por dentro? Vuelvo a re-confirmar que "Mommy" es una película que deber ser vista ya, y prepárense para ese vaivén, para querer a Steve, odiarlo, y luego abrazarlo.
Sin lugar a duda, al terminar la proyección, uno se revive una y otra vez las partes que más impactaron (por no decir todas). Y eso me sucedió, el corazón latiendo rápidamente al retirarme de la sala, al caminar hacia la salida, en el paradero, y así. ¿Quién no quisiera salir de la caja extendiendo solo los brazos? ¿Cómo dejar el mundo feroz afuera? O ¿cómo dejar de ser terrible para los de afuera, y ser terriblemente hermoso por dentro? Vuelvo a re-confirmar que "Mommy" es una película que deber ser vista ya, y prepárense para ese vaivén, para querer a Steve, odiarlo, y luego abrazarlo.
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